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J. Lutz/München Tourismus
Una guía de viaje completa y actualizada para su destino que le muestra las mejores actividades para hacer y ver, restaurantes, cafés, vida nocturna, compras y mucho más.
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La ciudad
La guía fue actualizada:
En Múnich, la nota predominante es la fusión. Lo antiguo se fusiona con lo nuevo, el pasado sale al encuentro del presente y del futuro, lo moderno se combina armoniosamente con lo tradicional, la tecnología con la cerveza, los negocios y el placer. Los visitantes nunca se quedarán sin nada que ver o hacer.
La metrópolis bávara, con una población de 1,3 millones de habitantes, está literalmente enclavada en el centro de Europa.
Los orígenes de Múnich se remontan a un antiguo asentamiento de monjes procedentes del monasterio de Tegernsee denominado "ze den Munichen" (el hogar de los monjes).
La situación que condujo a su posterior crecimiento fue tratada en una ley de violencia promulgada por Enrique el León, Duque de Baviera, miembro de la dinastía de los güelfos. En aquella época, los transportes de sal procedentes de Reichenhall y Hallein tenían que atravesar un puente tendido sobre el río Isar, en el norte de Múnich. El paso del puente conllevaba un peaje y su tráfico generaba grandes ingresos para el obispo de Freising, en cuyo territorio se hallaba el puente. Enrique el León ordenó destruir este puente, obligando a los transportes de sal a utilizar su nuevo puente, situado varias millas río arriba, en territorio ducal. El 14 de junio de 1158, el nuevo puente, el mercado, la oficina de aduanas y la fábrica de moneda de "Munichen" fueron aprobados por decreto imperial, de manera que de un golpe, el asentamiento monástico pasó a desempeñar un papel totalmente distinto. A mediados del siglo XIII, esta próspera ciudad fue elegida como residencia por la dinastía regente de Wittelsbach debido a una división territorial, y en 1294 se le concedió un nuevo fuero municipal. Durante el reinado del emperador Luis IV de Baviera, de la Casa de Wittelsbach, la ciudad multiplicó por seis su tamaño y en 1504 se convirtió en la capital del Ducado de Baviera. Bajo los 700 años de reinado de la Casa de Wittelsbach, Múnich se labró una merecida reputación como centro de la cultura europea.
Año tras año, Múnich se encuentra en el primer puesto de las mejores ciudades de Alemania. Si se pregunta a los alemanes en qué ciudad les gustaría vivir, la respuesta más frecuente es Múnich. La razón es muy sencilla: una mágica combinación de dinámica economía, las mejores actividades lúdicas y una magnífica oferta cultural.
La metrópolis bávara, con una población de 1,3 millones de habitantes, está literalmente enclavada en el centro de Europa.
Los orígenes de Múnich se remontan a un antiguo asentamiento de monjes procedentes del monasterio de Tegernsee denominado "ze den Munichen" (el hogar de los monjes).
La situación que condujo a su posterior crecimiento fue tratada en una ley de violencia promulgada por Enrique el León, Duque de Baviera, miembro de la dinastía de los güelfos. En aquella época, los transportes de sal procedentes de Reichenhall y Hallein tenían que atravesar un puente tendido sobre el río Isar, en el norte de Múnich. El paso del puente conllevaba un peaje y su tráfico generaba grandes ingresos para el obispo de Freising, en cuyo territorio se hallaba el puente. Enrique el León ordenó destruir este puente, obligando a los transportes de sal a utilizar su nuevo puente, situado varias millas río arriba, en territorio ducal. El 14 de junio de 1158, el nuevo puente, el mercado, la oficina de aduanas y la fábrica de moneda de "Munichen" fueron aprobados por decreto imperial, de manera que de un golpe, el asentamiento monástico pasó a desempeñar un papel totalmente distinto. A mediados del siglo XIII, esta próspera ciudad fue elegida como residencia por la dinastía regente de Wittelsbach debido a una división territorial, y en 1294 se le concedió un nuevo fuero municipal. Durante el reinado del emperador Luis IV de Baviera, de la Casa de Wittelsbach, la ciudad multiplicó por seis su tamaño y en 1504 se convirtió en la capital del Ducado de Baviera. Bajo los 700 años de reinado de la Casa de Wittelsbach, Múnich se labró una merecida reputación como centro de la cultura europea.
Año tras año, Múnich se encuentra en el primer puesto de las mejores ciudades de Alemania. Si se pregunta a los alemanes en qué ciudad les gustaría vivir, la respuesta más frecuente es Múnich. La razón es muy sencilla: una mágica combinación de dinámica economía, las mejores actividades lúdicas y una magnífica oferta cultural.