Emilia-Romaña podría ser la mejor región de Italia para la exploración culinaria. Visita un productor de prosciutto como Salumificio Conti, una de las fábricas locales de jamón de gestión familiar que produce el mítico Prosciutto di Parma DOP. Pasa algún tiempo con los creadores de Parmigiano Reggiano, quienes han mantenido vivos los métodos tradicionales desde que los monjes benedictinos inventaron el proceso hace 10 siglos. Cuajado en los típicos calentadores de cobre, salazón y crianza final en las llamadas catedrales de rueda. Prueba la obra maestra salada al final, por supuesto. Haz tu viaje más largo y conoce los secretos del mejor vinagre balsámico en Tenuta Medici Ermete. Parma es la puerta de entrada al patrimonio culinario de Italia. Con muchos recorridos, puede optar por conducir usted mismo o conseguir un conductor para una experiencia más relajada.

Los muros de contención del Canal del Danubio constituyen un gigantesco lienzo. Se permite a los grafiteros pintar sus obras de arte donde deseen y es perfectamente legal, además. Merece mucho la pena verlo.

Los canales forman ya desde hace siglos las venas de la ciudad, serpentean a lo largo de Brujas y te invitan tras cada curva a unas vistas magníficas cada vez. Ya estés callejeando o navegando, descubrirás jardines secretos, numerosos puentes románticos, y verás fachadas medievales reflejadas en el agua. Una pizca de neblina o una familia de cisnes pasando de largo: en los canales el tiempo siempre se detiene.

Desfrute de un picnic en el hermoso jardín botánico.