Este cementerio se inauguró en 1866 y es uno de los dos más grandes de Milán. Para ser enterrado aquí había que ser parte de la gama más alta de la sociedad y por lo tanto se pueden encontrar varias tumbas con nombres famosos. El cementerio también está decorado con una amplia gama de obras italianas contemporáneas y clásicas de arte.

Una visita indispensable son las pinturas en piedra, los tesoros y los fósiles de Gotland, mágicos y únicos en su especie. Contrate un tour para ver este emplazamiento, Patrimonio de la Humanidad, y disfrute con los guías especializados del museo. El museo cuenta con una cafetería-restaurante ecológica. La tienda del museo abre todo el año para que pueda llevarse un pedacito de Gotland con usted.

Pont Neuf (Puente Nuevo) es, irónicamente, el puente más antiguo sobre el río Sena en París. Su construcción se remonta al siglo 16, y el legendario puente tiene hoy 278 metros de largo y 28 metros de ancho, conectando la Ile de la Cité, con cada lado del Sena.

Decir Piazza Vecchia es igual que decir Città Alta: durante siglos representó el corazón de la política local y sigue siendo uno de los lugares preferidos por los bergamascos para pasar el tiempo en compañía. Si te sientas en uno de los restaurantes y cafés de la plaza para un desayuno, un aperitivo o bien una cena romántica, estarás rodeado por la belleza. Puedes observar el Palazzo della Ragione, la más antigua de las sedes comunales de Lombardia existentes, y la Torre Cívica, llamada “Campanone”. En el centro de la plaza puede admirarse la fuente Contarini, regalada a la ciudad por el Podestá Alvise Contarini en 1780, mientras que al lado opuesto se halla el Palazzo Nuovo, el cual fue sede del Ayuntamiento hasta 1873 y ahora acoge la Biblioteca Angelo Mai. En su rico patrimonio de libros puedes encontrar volúmenes antiquísimos y preciosos: incunables, ediciones del Siglo XVI, grabados, manuscritos y otros restos inestimables, que la hacen una de las bibliotecas más destacadas de Italia. La disposición geométrica de los edificios en la plaza es tan armoniosa que el arquitecto Le Corbusier, visitando la ciudad, dijo que “no se puede mover ni una piedra, sería un delito”.