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El Musée d’Orsay fue originalmente una estación de ferrocarril, y el edificio en sí merita una visita. Pero exhibe una colección cautivante de pinturas, esculturas y fotografías (principalmente francesas) incluyendo la mayor colección del mundo de pinturas impresionistas y pos-impresionistas, con obras de artistas como Van Gogh, Cézanne, Renoir y Monet.

Roma no está a la altura de Venecia y Florencia cuando de arte se trata, pero esta galería es una excepción. La Galería Borghese, ubicada en la antigua Villa Borghese Pinciana muestra obras maestras de artistas como Bernini, Tiziano y Caravaggio. La hermosa Villa fue construida por el arquitecto Flaminio Ponzio.

Los beaterios de Flandes y Holanda siguen siendo oasis de silencio y tranquilidad, en los que uno casi espera ver aparecer en cualquier momento a una beata murmurando oraciones. En Gante, dos de los tres beaterios están incluidos en la lista de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Si bien el Antiguo Beaterio de Santa Isabel, en torno al actual parque de Begijnhofdries, ya no está circundado por un muro y ahora es una parte más de la ciudad, su ambiente sigue siendo único. Hoy en día, este lugar es conocido como ‘espacio sacro de tolerancia’, ya que cuenta con tres iglesias de tres denominaciones distintas: una católica, una ortodoxa y una protestante. De prado de clareo a huerto arbolado Este beaterio abierto se convirtió en el siglo XIII en lo que podría llamarse una capital de beguinas, con una iglesia, la casa de la superiora, una enfermería, una capilla, más de cien casas de beatas, un prado de blanqueo (superficie de hierba para poner la ropa al sol para que se blanquease) y un huerto de frutales. Tras la Revolución Francesa y la creciente industrialización, en 1873 los residentes se mudaron a su nuevo beaterio en Sint-Amandsberg.