Emilia-Romaña podría ser la mejor región de Italia para la exploración culinaria. Visita un productor de prosciutto como Salumificio Conti, una de las fábricas locales de jamón de gestión familiar que produce el mítico Prosciutto di Parma DOP. Pasa algún tiempo con los creadores de Parmigiano Reggiano, quienes han mantenido vivos los métodos tradicionales desde que los monjes benedictinos inventaron el proceso hace 10 siglos. Cuajado en los típicos calentadores de cobre, salazón y crianza final en las llamadas catedrales de rueda. Prueba la obra maestra salada al final, por supuesto. Haz tu viaje más largo y conoce los secretos del mejor vinagre balsámico en Tenuta Medici Ermete. Parma es la puerta de entrada al patrimonio culinario de Italia. Con muchos recorridos, puede optar por conducir usted mismo o conseguir un conductor para una experiencia más relajada.

Las beguinas son mujeres que convivían y trabajaban juntas. Las calles estrechas y pitorescas de los beguinages respiran calma y tranquilidad... un sitio muy agradable. Gracias a su carácter típico flamenco y su estilo arquitectónico peculiar, el Gran Beguinage figura en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Tal vez Milán no tenga el mismo gigantesco tesoro artístico que Venecia o Florencia, pero no se queda muy atrás. En Pinacoteca di Brera, el principal museo de arte de la ciudad, hay una serie de obras famosas de Mantegna, Giovanni Bellini, Bramante y Caravaggio.